Para aquellos que desean ver una buena pelicula, aquellos que como yo, relacionan sus utopias con sus realidades y a través de ellas hacen sintesis de su propios compromisos sociales...
Sinopsis de El lector
Cuando cae enfermo en su camino a casa desde el colegio, Michael Berg (David Kross) un joven de 15 años, es rescatado por Hanna (Kate Winslet), una mujer que le dobla la edad. Ambos comienzan un inesperado y apasionado idilio hasta que Hanna desaparece inesperadamente.
Ocho años después, Michael, convertido en un joven estudiante de derecho vuelve a encontrarse con su antigua amante mientras está como observador en un tribunal donde se está juzgando a colaboradores de la Alemania Nazi. Hanna está acusada de un horrible crimen y rechaza defenderse a sí misma. Michael, gradualmente, se va dando cuenta de que el amor de su juventud guarda un secreto que considera aún más vergonzoso que el asesinato.
lunes, 4 de enero de 2010
domingo, 3 de enero de 2010
La Memoria es fRaGil
Resulta lamentable la incapacidad de mirar hacia atrás y reconocer que, antes de 1990, nacían en Chile tres tipos de hijos los naturales, los legítimos y los ilegítimos, que las salas cunas eran escasas, que se pagaba la asignación familiar al padre, que las mujeres trabajadoras estaban imposibilitadas de amamantar a sus hijos, que las trabajadoras de casa particular carecían de fuero maternal, que la participación laboral femenina alcanzaba al 31%, que se exigía el test de embarazo para postular a un empleo, que el acoso sexual parecía como algo obvio, que los problemas de familia los veían los tribunales ordinarios, que la violencia familiar era invisible, que el embarazo limitaba tanto el trabajo como la continuidad de los estudios de las mujeres, que los padres estaban ausentes en los primeros días de vida de sus hijos, que no existía un sistema de protección preferencial e integral para la primera infancia, que la ley de matrimonio civil no contemplaba el divorcio y se utilizaba el fraude de las nulidades y así, suma y sigue.
FRE! 2010
FRE! 2010
THE OMINAMI SHOW GROUP
Los nuevos acuerdos de “la nueva supuesta mayoría progresista”, lejos están de presentar unidad y dialogo, presagian quiebres irreconciliables para los próximos duros procesos en que se someterá la izquierda chilena, procesos que se realizarán, indiferentes a la derrota o la victoria de Eduardo Frei.
Hay que ver como algunos “progresistas” entienden que su rol político histórico contemporáneo, no tiene otro fin sino la muerte política de Camilo Escalona, en síntesis, la renuncia a su cargo como gesto a la ciudadanía para la reconquista de ese 20% que ME-O logro canalizar de descontentos, si pudiesen escupirlo, no me cabe la menor duda que lo harían, vivimos la peor vulgaridad intelectual de los últimos tiempos, atrás quedaron conceptos como el merito y la experiencia, conceptos que en sociedades maduras y socialdemócratas europeas son de alta importancia por el grado de complejidad que significa ganar espacios contra el mundo globalizado del imperialismo y de sus negocios.
Si hay que hacer algún “mea culpa”, este se debería expresar en el profundo daño que genera la ignorancia, una militancia poco educada cívica y políticamente, lo cual posibilito que la derecha introdujera a través de su activo más nuevo (ME-O) climas de beligerancia e inestabilidad política al partido de Gobierno. ME-O, niño estrella, fruto de las cámaras de TV, las luces, el whisky, los autos caros, las chicas lindas de la alta sociedad, representa el anti-mundo al cual apuesta el socialismo, el socialismo aspiracional chileno que representa una alternativa global al capitalismo, al monopolio, porque es en esencia un sistema no-capitalista, con un objetivo claro de justicia social, y, por definición, mejor que la sociedad que pretendía sustituir , sin embargo ME-O es el símbolo y, en parte, la realidad de una sociedad globalizada y estética, sin códigos políticos claros de gobernabilidad, empleando todo tipo de artimañas para superar sus diferencias personales con las oligarquías partidarias dominantes durante este ultimo proceso político en el PS, siendo capaz de transar con la derecha en negociaciones turbias la utilización de sus medios de conducción de masas, como lo son: la TV, los Holdings radiales y sus magazines, en una campaña presidencial que desprestigio los últimos 20 años de gobiernos, años de democracia y logros sociales e internacionales para Chile. En síntesis, hoy el instrumento al cual adhiero (PS) para superar las condiciones de vulnerabilidad de mi pueblo y conducirnos a una lucha fraterna por la justicia social a sido abatido por la derecha reaccionaria, dejándonos desconcertados, invocando el modelo del desalojo, eventualmente ganando por bocover, con la destrucción de los participantes y no convocando los temas de fondo, por los cuales, una izquierda de antaño más organizada lograba derrotarlos, en suma, de nada sirve hablar hoy de la mejora del sistema previsional de los trabajadores chilenos, de una AFP estatal, de las reformas laborales que necesitamos, de las libertades personales que todo modelo progresista plantea, de los derechos sexuales y reproductivos de las mujeres más pobres de Chile, del respeto a la diversidad y a las minorías sexuales, de la ley antiterrorista, de la desmunicipalización de la educación publica, de las políticas verdes para el cuidado del medio ambiente y de bajar los niveles de emisión de gas carbónico de Chile, del aborto, de la descentralización de la cultura, de la autonomía económica de las regiones, del modelo extremadamente presidencialista, de un sistema de cobertura de protección social para la clase media, etc, etc, etc, en suma, hoy no cabe espacio para debatir sobre progresismo, por que debemos ser obsecuentes con nuestro verdugo (ME-O) para que nos permita ocupar ese insípido e inexpresivo 20%, ya que el objetivo político de este segundo ciclo es derrotar a Escalona y no a Piñera.
Reitero finalmente que es vergonzoso el cacerolazo y el vil activismo politiquero The Ominami Show Group, esto nada tiene que ver con ser opción o alternativa de proyecto para re unificar al mundo de la izquierda, por que una vez más, sentados en sus culos regordetes frente a sus televisores, desde sus hogares de clase alta, desde la vulgaridad y precariedad de su lenguaje político, anónimamente los fascistas esperan reconquistar el poder político con mano agenda, esta vez, con la ayuda de uno de los nuestros.
Gabriel Huidobro Reyes
Militante PSCh.
VOTAR HASTA QUE DUELA , Escrito por Manuel Cabieses Donoso.
Miércoles, 23 de diciembre de 2009
En ningún otro momento del último medio siglo la derecha estuvo tan cerca -como ahora- de apoderarse del gobierno mediante el voto ciudadano. Las elecciones del 13 de diciembre dieron al empresario Sebastián Piñera una ventaja de 14 puntos sobre el senador y ex presidente Eduardo Frei: 44,05% contra 29,60%. Sin embargo, a medida que se acerca la segunda vuelta del 17 de enero, el panorama comienza a cambiar.
Bajo la superficie triunfalista de las encuestas y de los medios de comunicación, asoman de nuevo -en ayuda de la Concertación- las maltratadas reservas de voluntad democrática para enfrentar al poder oligárquico. Se trata de la última línea de defensa de una coalición de gobierno extenuada por sus inconsecuencias, sus querellas internas y la corrupción de muchos de sus funcionarios y representantes.
Sin embargo, a falta de una alternativa popular y democrática, transformadora de la sociedad, que aún no logra emerger, la Concertación de Partidos por la Democracia representa el “mal menor” capaz de contener la voracidad de una oligarquía arrogante e inescrupulosa. Don Dinero pretende administrar el poder total en Chile, enmascarando su dictadura con el voto obtenido a través de la manipulación de las conciencias, tal como soñó el pinochetismo con su Constitución de 1980, todavía vigente.
Un poco de historia
La tentación del gran empresariado por administrar la suma del poder político, social y económico tiene ya su historia, en el Chile moderno. El primer intento -casi exitoso- lo hizo en 1938 el millonario especulador de la Bolsa y ex ministro de Hacienda, Gustavo Ross Santa María. Pero fue derrotado en forma estrecha por el abogado y profesor radical Pedro Aguirre Cerda, candidato del Frente Popular (radicales, socialistas y comunistas) que alcanzó el 50,26% contra 49,33% de Ross.
En 1952, otro empresario -fundador de una de las principales fortunas del país-, Arturo Matte Larraín, trató también de imponer su riqueza para ser elegido presidente de la República. No tuvo éxito, pero consiguió 27,81% de los votos. Fue derrotado en forma contundente por un ex dictador (1927-31), el general (r) Carlos Ibáñez del Campo (46,8%), que también superó al radical Pedro Enrique Alfonso (19,95%) y al socialista Salvador Allende Gossens (5,44%), que hacía su primer intento de llegar a La Moneda.
En 1958, un empresario -con más pergaminos que Piñera- ganó la Presidencia de la República. Jorge Alessandri Rodríguez, presidente de la Compañía Manufacturera de Papeles y Cartones (CMPC) y de la poderosa Confederación de la Producción y el Comercio, independiente afín al Partido Liberal, hijo del ex presidente Arturo Alessandri Palma (1920-25 y 1932-38), obtuvo 31,2% de los votos. Superó en forma estrecha al socialista Salvador Allende (28,91%), al democratacristiano Eduardo Frei Montalva (20,75%), al radical Luis Bossay Leiva (15,43%) y al diputado independiente Antonio Zamorano Herrera, ex cura de Catapilco (3,36%). En el Congreso Pleno el Partido Radical -el partido de la Masonería- votó por Alessandri, dándole la espalda al hermano Salvador Allende, ex ministro de Aguirre Cerda.
El gobierno de los gerentes
La receta de Jorge Alessandri fue trasladar al gobierno los métodos de administración de la empresa privada para “gerenciar” la crisis que vivía el país. Por eso su administración fue conocida como el “gobierno de los gerentes”. Desde luego, la gran empresa -nacional y extranjera- fue beneficiada con las medidas de ese gobierno.
Aunque representante de la oligarquía, Alessandri practicaba una forma de vida sobria y mesurada, bien distinta de la ostentosa conducta del actual candidato de la oligarquía. Alessandri vivía en un departamento de la calle Phillips, frente a la Plaza de Armas, y caminaba diariamente hasta La Moneda. Los fines de semana los pasaba en una parcela cerca de Santiago a la que viajaba en su automóvil particular. Aún no llegaba al país el huracán financiero del neoliberalismo que más tarde traería la dictadura militar-empresarial, agudizando la desigualdad y provocando la transnacionalización de la economía.
En el período post dictadura, otro empresario, Francisco Javier Errázuriz, intentaría comprar el sillón de O’Higgins. En 1989 obtuvo poco más de un millón de votos (15,43%), pero fue superado por el heredero de la dictadura, el ex ministro de Hacienda Hernán Büchi (29,40%), y por el democratacristiano Patricio Aylwin Azócar (55,17%), cuya presidencia inició la ronda de gobiernos de la Concertación que se prolonga hasta hoy.
La Concertación en cifras
El sucesor de Aylwin, Eduardo Frei Ruiz-Tagle, no tuvo problemas. Fue elegido en 1993 con mayoría absoluta: 57,98% (4 millones 40 mil 497 votos). Pero de nuevo un empresario y candidato de la UDI trató de ganar la Presidencia: Arturo Alessandri Besa (24,41%), sobrino de Jorge Alessandri, ex cónsul de la dictadura en Singapur. Entretanto, José Piñera Echenique, hermano de Sebastián, ex ministro de la dictadura, alcanzó el 6,18%. Este Piñera fue el creador de las Administradoras de Fondos de Pensiones (AFP) que entregaron al capital privado nacional y extranjero los fondos previsionales de los trabajadores chilenos. Parte considerable de esos recursos, unos 50 mil millones de dólares, los han invertido las AFP en el exterior, sobre todo en Estados Unidos. Además, como ministro de Minería, José Piñera promovió la Ley Minera que abrió las puertas a una inversión extranjera que casi no tributa en el país. Solamente en el año 2006 las compañías extranjeras del cobre ganaron 20 mil millones de dólares. Esas utilidades son colosales si se considera que superan las inversiones brutas en la minería de Chile en los 30 años anteriores. El caso más escandaloso son las ganancias de la minera La Escondida, una empresa australiana. Finalmente, como ministro del Trabajo de la dictadura, José Piñera fue autor del Plan Laboral, un conjunto de normas que hicieron polvo los derechos y conquistas de los trabajadores chilenos, desarticulando la organización sindical.
Pero la situación de la Concertación se hizo difícil a partir de Frei. Su sucesor, Ricardo Lagos Escobar, ex radical, militante part time del Partido por la Democracia (PPD) y del Partido Socialista, no alcanzó la mayoría absoluta en 1999. Llegó sólo al 47,96% (3.383.339 votos). Pisándole los talones estuvo el candidato de la UDI, Joaquín Lavín (47,51% y 3.352.199 votos). La candidata comunista Gladys Marín logró 3,19% y el humanista Tomás Hirsch 0,51%. Aunque la dirección del PC llamó a anular o votar en blanco en la primera experiencia de balotaje, gran parte de su votación apoyó a Lagos, que ganó por nariz (51,31%) a Lavín (48,69%).
Las dificultades concertacionistas se repitieron el 2005, enfrentando a una derecha dividida. La socialista Michelle Bachelet obtuvo 45,96% contra 25,41% de Sebastián Piñera (Renovación Nacional) y 23,23% de Joaquín Lavín (Unión Demócrata Independiente, UDI). La suma de los candidato de la derecha superaba a Bachelet (48,64% contra 45.96%). Pero esta vez el Partido Comunista, que había apoyado al humanista Tomás Hirsch (5,40%), llamó a votar por Bachelet. El PC le presentó algunas “condiciones”, entre ellas la reforma de la Constitución y el cambio del sistema binominal, temas de la legislación laboral y de protección del medioambiente, aceptadas de inmediato por la candidata y su comando. De esa forma -aunque Hirsch llamó a votar nulo- Michelle Bachelet pudo derrotar a Piñera por 53,50% contra 46,50%.
Así llegamos a la sombría situación que hoy encara la Concertación. Sin dudas el peor resultado de uno de sus candidatos presidenciales es el 29,60% que el 13 de diciembre obtuvo Eduardo Frei. Deberá definir en segunda vuelta con un Piñera que se presenta con el 44,05%. Sin embargo, surgen dudas si ese porcentaje es el máximo que puede alcanzar el candidato de la derecha, o si tiene posibilidades de crecer succionando la votación de Enríquez-Ominami, de la cual nunca estuvo muy distante.
Los propios analistas de la derecha, luego de la euforia inicial, han advertido que la fortaleza de Piñera puede ser una ilusión óptica. En efecto, su 44,05% es inferior al porcentaje alcanzado por la derecha en 1989, 1999 y 2005. Asimismo, parte considerable de la votación de Marco Enríquez-Ominami (20,13%), proviene de la Concertación y de sectores de Izquierda que votarían por Frei ante el peligro de una victoria de la derecha. El desplazamiento de votos hacia el candidato de la Concertación ya comenzó con el Juntos Podemos (Partido Comunista, Izquierda Cristiana y Socialistas Allendistas) que el 20 de diciembre oficializó su apoyo a Frei. El candidato presidencial del JP, el socialista Jorge Arrate, aumentó en 60 mil los votos del sector y obtuvo 6,21% (430.824 votos) que reforzarán a Frei.
La erosión ideológica de Chile
No obstante, se mantiene en pie la amenaza de que la derecha gane el 17 de enero. No sólo por la contundencia de su propaganda que incluye los medios de comunicación más influyentes del país. Ellos se encargan de mantener viva la imagen de triunfo irreversible de Piñera. Asimismo, es un hecho que hay una percepción de agotamiento de la Concertación y un deseo de cambio que no se expresa con coherencia programática. Por ahora se orienta a reclamar “caras nuevas”, una demanda poco consistente que ningún sector político atiende hasta hoy. Sin embargo, Piñera y la derecha “enchulada” la han capitalizado y reclaman por el “cambio”, sobre todo después del eclipse de Enríquez-Ominami.
En rigor, una eventual victoria de Piñera sería producto de un largo proceso de erosión ideológica y política, que ha preparado el terreno -después de la terrible experiencia de la dictadura- para que el país asimile un gobierno de derecha. La responsabilidad de ese proceso, destinado a borrar la voluntad democrática del pueblo, se debe al efecto en la conciencia y la cultura chilena de la economía de mercado que implantó la dictadura y que ha perfeccionado la Concertación. Esta suicida política económica y cultural, ha destrozado los cimientos humanistas y solidarios de partidos como el Socialista y el Demócrata Cristiano. A eso hay que añadir la acción desplegada por la propia derecha, orientada a hacer creer que ya no existen ideologías ni tendencias políticas y que hay un solo sistema económico, social y cultural posible: el sistema capitalista.
Esa línea estratégica de la propaganda de la derecha, cultivada por sus medios de comunicación, por sus centros de investigación y universidades, fue asimilada por la Concertación, que la hizo suya. Lo mismo sucedió con el movimiento “díscolo” de Enríquez.Ominami que creyó en el espejismo de un pacto social que superaría las contradicciones de clase y las diferencias ideológicas, dormidas pero más profundas que nunca. Lo de Enríquez-Ominami fue un pastiche en que ricos y pobres, explotadores y explotados, conservadores, liberales y socialistas, cohabitaban en un mismo proyecto.
A la Izquierda también cabe responsabilidad en la indigencia ideológica, política y cultural a que nos arrastraron la dictadura, la Concertación y la derecha. No sólo se ha prolongado (y agravado) el mosaico que fragmenta a las fuerzas populares. Sus sectores más sólidos no han sido capaces siquiera de dedicar esfuerzos serios a la formación política y a la propaganda anticapitalista, prioritarias en este período.
Un tufillo fascistoide brota así de la operación política y mercantil que ha tratado de lavar el cerebro de los chilenos. Su instrumento principal es la UDI, cuyos 40 diputados la convierten en el principal partido de Chile. Su bancada parlamentaria refleja un audaz trabajo desplegado en la base social por la extrema derecha, heredera sin remilgos de la dictadura militar. Ejemplo de aquello es que Piñera recibió el 42,31% de los votos en las diez ciudades con mayor desempleo del país y el 51,02% en las diez comunas con mayor tasa de pobreza, entre ellas las comunas mapuches. (Estudio estadístico de El Mercurio, 15 de diciembre).
Es cierto que en el plano de la economía, salvo terminar de privatizar lo que han dejado la dictadura y la Concertación, un gobierno de Piñera no se diferenciaría mucho de uno de Frei. Pero habría cambios regresivos en otros ámbitos. Por ejemplo, en derechos humanos. Dictaría una amnistía para militares ya condenados o se interrumpirían los procesos de otros criminales y torturadores. En el ámbito sindical se impondrían la flexibilización laboral y otras medidas para debilitar el movimiento de los trabajadores. La represión a la lucha social sería aún más dura. Detrás de una pretendida defensa de la “seguridad ciudadana”, se levantaría un Estado policial.
Piñera se declara admirador del gobierno de Colombia y de sus métodos. Visitó Colombia en julio de 2008 y recorrió ese país en el avión presidencial, acompañando a Alvaro Uribe y al entonces ministro de Defensa, José Manuel Santos, hoy candidato presidencial. En octubre pasado, Santos envió a Chile a tres miembros de su comando, Juan Carlos Echeverry, Tomás González y Santiago Rojas, para estudiar la campaña y el estilo de Piñera. “Los problemas en Chile y Colombia no son tan distintos. A ambos países les preocupa la seguridad ciudadana y el gasto social en salud y educación”, declaró uno de los asesores de Santos.
El gobierno de Uribe ha generado el más delicado problema que hoy enfrenta América Latina al firmar con EE.UU. un convenio que resigna la soberanía colombiana para permitir la instalación de siete bases militares norteamericanas. Si Piñera es elegido presidente, alineará a Chile junto a Colombia y otros países de la región que han arriado la bandera de la dignidad latinoamericana. Peligrosa tendencia que viene tomando fuerza a partir del golpe de Estado en Honduras, y que busca configurar un bloque contra Venezuela, Cuba, Bolivia, Ecuador y Nicaragua, los países de la Alianza Bolivariana de los Pueblos de Nuestra América (Alba).
La peligrosa situación interna y regional que se crearía si la derecha gana las elecciones en Chile, legitima la necesidad de cerrar el paso a esta maniobra de la oligarquía. La realidad indica que no hay otro camino que votar por Frei… Y ponerse a trabajar en una alternativa de Izquierda que permita librarse del cepo del “mal menor”.
MANUEL CABIESES DONOSO
Editorial Punto Final 700
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